domingo, 22 de noviembre de 2009

"La amistad duplica las alegrías y divide las angustias por la mitad".

Este dulce gatito que parece no haber roto un plato en su vida, es mi gran quebradero de cabeza: Nano.

Apareció en mi vida hará en Diciembre tres añitos ya, y parecía un angelito, (sólo parecía). Un amigo me pidió si podía conseguirle un gato y una compañera de trabajo me había dicho que su gata estaba preñada y regalaba los cachorros que tubiera, así que "reservé" uno. Cuando me trajo el gatito y se lo comuniqué a mi amigo, éste se había encontrado pocos días antes uno en la calle y se lo había llevado a casa, así que el cachorro que le había llevado se había quedado sin dueño. Como supondreis, no tarde ni un segundo en decidir lo que hacer con él, me lo quedé.

Al principio era muy tímido y se escondía por cada rincón que encontraba. A los pocos días entendió que no iba a hacerle daño y fue cuando descubrí que había metido en casa un demonio con cara de dulce felino.

Entonces vivía con mis padres, y ya os podeis imaginar lo que sucedió. Gracias a Dios, mi padre adora tanto o más que yo a los animales, él fue quién me ayudó a cuidar a Nano. Mi madre, reacia en un principio a tener al animalito en casa, poco a poco consegui que se encariñase con él. Cuando estaban todos los obstáculos superados, el gato se hizo dueño de la casa. Tuvimos que quitar cortinas, (porque las trepaba como un escalador experto), quitamos también las alfombras de los baños, (les debió de coger manía e imaginaros lo que hacía, digamos que marcaba territorio, por decirlo sutilmente), también tuvimos que poner pimienta en los marcos de las puertas, ¡pobres marcos!, no debía de gustarle el color poque los mordía con rabia.

Al cabo del tiempo, de paciencia y mucha positibidad conseguí que se tranquilizara, (un poco). Ya tenía cerca del año. Un día, cuando llegué a casa por la tarde, vi que tenía un ojo un poco rojo y lloroso, así que lo lleve al veterinario. No me imaginaba que me iban a decir que tenía Leucemia. Al principio me asuste muchísimo, porque he vivido en mi familia esa enfermedad y fue lo primero que me vino a la cabeza. El veterinario me explicó que se llama así poruqe los sintomas son los mismos en animales que en seres humanos. Digamos que el síntoma que tenía mi gato y que por ello tenía el ojo así se denominaba Queratitis, una infección de la cornea. Después de analisis y pruebas, supimos que no se había reproducido el virus, así que estaba controlado y con unas gotas y con una buena calidad de vida, (y os aseguro que mejor no la puede tener), podría tenerla larga y duradera.

Ahora, dos años después, podría deciros que tengo a Garfield, (ese dulce y GORDO gatito de los dibujos animados de antaño que nos hacía reir con sus peripecias), tumbado en mi sofá todo el día.

Ahora entendeis el por qué del título. Aunque me lo haya hecho pasar mal, la verdad que la felicidad que me ha aportado y los momentos inolvidables que tengo en mi memoria son mucho más grandes y su peso es tan grande, que desplaza por completo a la angustia y a la tristeza.
Ya os ire contando más historias de éste, mi dulce, querido y gordito gatito.

2 comentarios:

Montse García dijo...

Hola Arancha, soy Montse, estudiamos en la Uned. Ya he visto mi blog en el tuyo y yo entre hoy y mañana cuelgo el tuyo en el mio. Y de gatos ¿que te voy a contar? robaron mi corazón hace años y desde entonces siempre he convivido con alguno-os, ahora tengo tres, uno a mi derecha enroscaddito y dos a mis pies muy cerca de la estufa...
Vamos hablando
Montse

Anónimo dijo...

escribes muy bien!!!